Estás a punto de invitar a Dios a tu vida. Y para sentirlo, vas a tener que convertir tu dolor en amor.
Vivir sintiéndonos víctima de la Vida es una de las realidades más dolorosas que podemos experimentar. A mi parecer, solo un escenario traumático donde nuestras necesidades o libertades básicas no están cubiertas puede ser más estresante. Sentirse víctima implica que numerosas áreas en tu vida están fallando y resolverlas todas lleva tiempo y mucha fuerza de voluntad, sobre todo cuando para ello tienes que hacer cosas que no terminas de entender.
En mis años previos a lo que llamo mi despertar, lo experimenté intensamente. Fue desconcertante y agotador. Recuerdo que cada día era una situación desesperante de la que no sabía salir. Era como correr encerrado en una estancia, golpeándote con muebles y paredes, buscando una salida que no existe. La desesperación puede ser tan intensa, que una vía de escape pueden ser el alcohol o las drogas. Si tienes el hábito formado, ojalá encuentres salida en el deporte. Recuerdo que por esa época corría todos los días y quizás por ello no me derrumbé más, pero, aún así, necesité beber de manera regular. Por entonces no lo sabía, pero en mi ebriedad podía silenciar mi ego y toda esa tristeza la vivía amortiguada por la cortina que el alcohol me daba, y esto me permitía sentirme. Desafortunadamente, aún no podía identificar a Dios dentro de mí y mi mejor solución era evadirme, triste de no contar con más recursos ni con la ayuda de Dios. Si te encuentras así, no te sientas culpable. El problema es que no somos conscientes de que hay otro camino. En esta experiencia humana, la amplitud de nuestra área de actuación será solamente aquella que permita nuestra consciencia. Debes saber que no eres víctima y tampoco eres culpable de nada. Solo eres inconsciente. Y aún hay más. Lo que te pase con tu grado de conciencia es inevitable. Así que no sientas culpa. De una forma u otra acabarías en una situación muy similar, puesto que hagas lo que hagas, solo harás algo que esté acorde con tu rango de consciencia actual. ¿Ves la magia de la vida? Si se te presenta una situación, no la resolverás de manera diferente hasta que no seas consciente de que existe una forma mejor. Por eso no somos culpables de nada, ni nuestros padres por no hacerlo mejor o nuestra pareja que nos traicionó. Esa persona solo está actuando lo mejor que sabe hacerlo, lo mejor que le permite su rango de conciencia. Y si estás pasando por una etapa deprimente, debes saber que todo esto también acabará. Y sea cual sea el desafío que enfrentes en el futuro, aunque tengas que pasar algo doloroso y llorar, nunca más volverás a hacerlo sintiéndote víctima. Y verás muchos otros cambios. En mi caso, cuando empecé a meditar y logré sentirme por primera vez, ya no necesité beber más. Aquello que me impulsaba a beber cuando la incomprensión de mi vida me desbordaba desapareció. Simplemente ahora no tenía sentido sentirse así porque ya no me sentía solo.
Si te sientes víctima, además de todo lo que te diré más adelante, te recomiendo que no dejes de buscar a Dios, al Universo, la Vida o como quieras llamarlo. Aunque te sientas abandonado por Él, no dejes de buscarlo. Repítele que te ayude aunque sientas que se está burlando de ti y que solo quiere ver cómo te retuerces en tu dolor. Siento hablar con esta dureza, pero yo pensaba eso y quiero que entiendas que no estás solo y que todo esto es parte de un proceso. Lo que ocurre es que el Universo no tiene otra forma de hacer que te acerques a Dios como llevas pidiendo y estás en la parte más dolorosa y aparentemente más injusta. Deberás buscar a Dios y declarar esta intención en voz alta, y repetirlo cuando tengas ánimos de rezar. Pídele con toda tu alma que te dé señales que puedas entender y reconocer. Deberás empezar a vivir atento a las señales, porque las verás solo en la medida que estés atento a ellas.
Yo empecé a pasear buscando señales. A veces repetía que me diera señales mientras caminaba. Solo deseaba que un pajarito se posara en mitad de mi camino o que una mariposa se posara en mi brazo. ¡Quería una señal de que Dios estaba conmigo! Pero nada de eso pasó. ¿Entonces cómo podía hablarle a Dios? Quería espacios abiertos para poder pedirle cosas en voz alta. Una vez paseando me encontré en medio de la tierra un anillo de rosario. Nunca había visto uno, no sabía que existían y me pareció extraño, como que la señal no era para mí. Yo nunca había querido llevar una cruz conmigo pero la acepté y hasta el día de hoy la tengo en mi llavero. ¿Te das cuenta? Lo importante es que yo eliminé una barrera. Podría ser cualquier otra, y eso es lo que tendrás que buscar tú. Cuáles son tus barreras para no integrar al Amor (Dios) en tu vida. Después decidí pasar más tiempo en las iglesias y decidí visitar tiendas cristianas. La verdad, no se me ocurría cómo acercarme a Dios. Solo se me ocurría ir a los sitios donde se le veneraba, porque allí debería haber más esencia de Dios presente o algo así. O quizás Dios se manifestara de alguna forma en aquellos sitios donde se le invocaba. Y lo mismo debía ocurrir en las tiendas cristianas, tan llenas de cruces y libros. Así que un día entré en una tienda. No había nadie y la tienda estaba vacía. Decidí pasear con tranquilidad esperando ver un objeto que me gustara especialmente, pero no encontré nada especial y terminé de ver todos los objetos. Yo quería sentir una corazonada que me dijera que debía comprar algo pero no la sentí. Así que me dirigí a la zona de los libros, un área que no me gustaba porque todos me parecían muy religiosos. Aún así comencé a recorrer los pasillos. Entonces oí un ruido. Pensé que había alguna persona allí que no había visto, pero no había nadie. La tienda seguía vacía. Miré a la dependienta pero ella estaba en el mostrador trabajando en algo. Así que salí del pasillo y di la vuelta, acercándome al área donde había escuchado el ruido. Entonces vi un libro en el suelo. ¡Se había caído un libro! Lo levanté y leí el título: Jesús te llama. Es un libro de Sarah Young. Me quedé estupefacto. De hecho pensé que era una broma y miré a la dependienta, que seguía a lo suyo. No supe qué pensar, pero esa era mi señal. Compré ese libro y el de al lado, titulado Las bendiciones del quebrantamiento: Por qué Dios permite que atravesemos tiempos difíciles, de Charles F. Stanley. Este último libro me ayudó mucho porque sin saberlo empecé a llorar mi dolor. El libro me hacía llorar mucho y para mí eso significaba que tocaba algo de mí más profundamente. El otro libro está escrito en pequeños capítulos de una página, una para cada día. Me costó mucho ser constante pero lo leí diariamente, confiando en mi señal. No sé si estos libros pueden ayudarte. Quizás encuentres los tuyos. Pero lo que sí te puedo decir es que sí te sientes lejos de Dios, no te alejes más. Persíguelo y búscalo, aunque te parezca que suplicas. No importa lo que hagas, simplemente decide seguirlo, porque, aunque no lo sepas aún, lo que importa aquí es tu consciencia, solo eso. La consciencia detrás del acto es lo que marca la diferencia en las cosas que haces en tu vida. Y por eso verás las señales.
Si ya sientes a Dios contigo, sentirse víctima de las circunstancias no debería dolerte tanto. Aquí quizás tengas que evaluar tu fe. ¿Realmente crees que Dios puede castigarte? ¿Crees que Dios puede olvidarse de ti en determinados momentos? La verdad es que mientras no puedas experimentar a Dios dentro de ti, tu mente siempre podrá decirte que es lógico, porque es algo ajeno a ti. Te propongo entonces que empieces a meditar para dar espacio en tu vida a tu encuentro con tu Dios. También que empieces a hacer algún tipo de voluntariado que te haga sentir que estás ayudando a extender el amor. Si ya crees en un Dios, sabrás que cuando te sientes bien, el Amor (Dios) está contigo en ese momento. Así que vamos a intentar que los momentos amorosos sean más numerosos en tu vida, para contrarrestar los momentos en los que sientes que el Amor (Dios) no está contigo. Como ya te he dicho en otras entradas, somos origen de todo lo que nos ocurre, así que si crees que la vida no te da suficiente amor, reflexiona en qué momento dejaste tú de dar amor al mundo, en qué momento dejaste de ser amor o un canal del amor, y en qué momento te empezaste a distanciar del Amor, es decir, de Dios.
Salir del rol de víctima requiere un esfuerzo constante y en varias áreas. No es algo inmediato porque vas a tener que cambiar tu sistema de creencias. Realmente esta será tu primera gran transformación. A mi entender, primero debes querer este cambio. Después debes incrementar tu fe. También debes incrementar tu amor propio y tu autoestima. En realidad todo va unido, porque en la medida que te ames más, más amor, y por tanto más Dios, habrá dentro de ti. Después deberás controlar tus conversaciones y no ahondar en la queja. Quejarse solo hará que sientas que la vida te trata injustamente, cosa que no es verdad. Los hechos son neutros y la interpretación depende de nosotros, al igual que decidir qué vamos a hacer con todo lo que nos pasa. Así que no te quejes porque tú mismo estarás programándote para pensar así. Mientras más converses con personas que se quejan, más autoprogramación llevarás a cabo. También deberás hacer deporte, el que quieras. Esto te hará producir sustancias como la dopamina o la serotonina que disminuirán tus niveles de cortisol, es decir, de estrés. También acostúmbrate a hacer declaraciones positivas sobre ti. Escríbelas y repártelas por tu casa o cerca del espejo. Y sobre todo, empieza a practicar la gratitud en todas sus formas. Escribe 50 razones de por qué deberías estar agradecido con tu vida. Te darás cuenta que después de las veinte primeras se vuelve más difícil encontrar razones y no es porque no las haya. Simplemente no habías pensado en ellas y no eras consciente de ellas, ¡por tanto nunca las habías agradecido! Cuando hayas escrito 50, cuelga ese papel en la pared junto a tus declaraciones. Además, antes de acostarte, repite 3 o 5 razones por las que estar agradecido el día de hoy. Repasa tu día, lo que comiste, a quién te encontraste, a quién llamaste, si te llamó un amigo, si un familiar se recuperó de una enfermedad, si viste una película o si paseaste con tu mascota. Este es el tipo de programación que debes realizar. Prográmate en la gratitud y vive agradecido. Enfócate en las cosas positivas que aún hay en tu vida y deja que las negativas se resuelvan con el tiempo y con tu constancia. Pero vive agradecido y tu vida experimentará más bendiciones. Y nuevamente, aunque ahora no te lo creas, solo experimentarás aquello que viva en tu interior. Sé que parece un círculo vicioso, porque lógicamente no puedes sentirte agradecido si solo te ocurren desgracias. Pero deberás hacer lo posible por eliminar de tu interior la barrera que no te permite que viva dentro de ti una cantidad de agradecimiento mayor que la cantidad de amargura que hay en tu vida. Sé que te parecerá injusto y fácil de decir porque no estoy sufriendo lo que tú sí estás pasando, pero créeme que cada uno experimenta una pesadilla personal y la forma de disolverla debe empezar en tu interior. El primer paso tendrás que hacerlo tú independientemente de las circunstancias y de las consecuencias que vendrán. Y aunque lo sientas una injusticia, es parte del proceso, porque la vida te está pidiendo que traigas Amor allí donde sientes que no existe, tu infierno particular. Y cuando pases esta prueba, tu rendición al Universo también ocurrirá.