La amistad se siente, se da y se cultiva. Simplemente empieza a ser consciente de ello y vívela.
Antes de seguir, déjame aclarar una cosa. Puedes llamarlo cómo quieras: Dios, Universo, Inteligencia Infinita, etc. El nombre es lo de menos. Lo que importa es que es TU Dios.
Tu Dios es tu amigo, por supuesto que lo es. ¿Pero sabes qué? aquí viene un punto interesante. La amistad, y en realidad mucho más que eso, el amor infinito ya está dado para ti, solo por el hecho de que existes. Pero ahora viene el tema de sentirlo y de sentir esa confianza y esa complicidad propia de la amistad. Y aquí es donde necesitamos poner de nuestra parte y adoptar una actitud activa.
Siempre recuerda que en el universo todo es cambio y tiende al caos. Si tú no dedicas tiempo a cultivar esta amistad y no pones tu atención en ello, puede que nada pase, puede que decrezca. Y puede que te sientas alejado de Dios. ¿No te has fijado que, en el universo, todo lo que no está creciendo, se está muriendo? No hay nada en pausa. Nada se queda en stand-by. Todo a lo que le dedicas energía crece y todo lo que desatiendes muere.
Además tienes que ser consciente de otra cosa. Si quieres obtener algo del universo primero debes dar. Da tu energía, da tu tiempo y sobre todo da tu atención.
Sabiendo esto, y como cualquier otra amistad que queramos cuidar, debemos trabajarla. ¿Cómo se trabaja esa amistad? Bueno, pues como cualquier amigo, debes contarle cosas, pensamientos o reflexiones. Y él te contará las suyas. Puedes empezar conociendo cosas de tu nuevo amigo. Dependiendo de cuál sea tu Dios, tendrás que recurrir a un libro que cuente su vida o sus reflexiones. Simplemente lee una frase cada día. Una frase es todo lo que necesitas. Cada frase te contará algo de su vida. Hoy se enfrentó a un desafío. Hoy cenó a las cinco de la tarde. Ahora está conversando con alguien. Es todo lo que necesitas para dedicar un minuto a pensar en otra persona y tu cerebro empezará a construir un lazo de familiaridad con tu Dios.
Habrá momentos en que te sorprenderá que estéis haciendo cosas parecidas. Después puedes empezar a darle las buenas noches y los buenos días. O desearle que su almuerzo le siente tan bien como el tuyo. O que vea la puesta de sol que estás viendo. O darle las gracias por haber tenido una tarde tan increíble. Cuando llegue el momento de pedirle que te ayude, que llegará, se lo pedirás y entonces te embargará una sensación de amistad mucho más grande e intensa de lo que tenías antes. Y eso es increíble. Y no porque ahora tengas una amistad más fortalecida que antes, sino porque la estás sintiendo más intensamente.
Aquí radica todo lo bueno que te ocurra a partir de ahora: tu consciencia. Recuérdalo, y déjame ser repetitivo en ello, porque lo necesitarás para ir dándote cuenta. Ahora serás consciente de que esta amistad puede ser más profunda porque efectivamente la sientes más profundamente. Y con ello acabas de agrandar tu amistad y tu consciencia porque ahora eres consciente de que hay más que antes. Todo se trata de la experiencia a partir de ahora, de lo que experimentes y sientas. Ese es el lenguaje de tu alma. Cultiva la amistad con tu Dios y experimenta que eres consciente de ello. Si eres consciente de ello, es porque forma parte de tu nuevo mundo, el Reino de los Cielos en la Tierra.