Perdonar no depende de las circunstancias ni de los demás. Forma parte de nuestro proceso de sanación y la aceptación de todas las posibilidades de nuestra vida.
La verdad es que nos han enseñado muy poco sobre el proceso del perdón. No es solo decir Te perdono, es sentirlo. Es simple y es complejo. Y con el paso del tiempo te darás cuenta que con todas las cosas será parecido. ¿Por qué? Porque todo ocurre dentro de nosotros y eso lo hace complejo.
Entender qué ocurre cuando perdonamos es esencial para poder perdonar sin que queden trazas de resentimiento. Esta es una de las grandes diferencias que experimentarás al despertar. Cada vez que tengas que perdonar algo, será más fácil no dejar cabos sueltos que necesiten ser mirados más adelante.
Cuando entiendes qué es perdonar, te es más fácil sentirlo en su plenitud, con amor. Porque perdonar es volver al amor. Es traer ese problema que te aflige o te incomoda y traerlo al amor, allí donde todo sana.
Piensa una cosa: Dios es amor puro. Cuando te sientes cerca de Él porque estás haciendo una buena acción o dando amor, te sientes bien. Cuando decidimos no perdonar, nos separamos de esa realidad amorosa con la que estamos alineados. Y nos sentimos mal.
¿Por qué ocurre esto? Porque en el fondo nosotros decidimos separarnos. Y aquí entroncan muchas otras cosas que irás entendiendo más adelante, pero una de ellas es el hecho de que para ser feliz debes aceptar todas las posibilidades. Es decir, debes aceptar también lo que no te gusta, no puedes quedarte solo con lo que te parece bien.
Si alguien actúa de una manera que no te gusta o te hace algo que no es lo que esperabas, debes saber que era una de las opciones y que ahora la vida te la trae a tu vida con una razón. Y, aunque no te lo creas ahora, es para tu mayor bien. La razón por la que debes aceptar todas las opciones es muy simple: Dios es TODAS las opciones. Todas ellas son y pertenecen a tu Dios. Y no aceptar una significa no aceptar una parte de Dios. Y sí, eso duele. Ese es el dolor que sientes cuando no perdonas algo. Y esto no es religión. Separarte de tu propio Dios es separarte del amor que tú eres en esencia. Somos amor porque nos hace sentir bien incluso antes de saber qué es o entenderlo conceptualmente. El amor está dentro de nosotros desde que nacemos. ¿Entiendes ahora?
Por eso perdonar nos hace sentir bien. Y por eso perdonar es reconfortante tanto si está presente la persona perdonada y se lo decimos en persona o perdonamos en silencio. Y lo mismo ocurre si esa persona está fallecida y hemos decidido perdonar algo porque no podemos cargar con ello por más tiempo.
Perdonar no depende de los demás, no depende de nada exterior. Perdonar es NUESTRO proceso de sanación, es nuestra demostración de lo amoroso que somos. Perdonar es conectar con nuestra esencia cósmica para hacer lo que ella sabe hacer desde que vino a este mundo: AMAR.
Y no necesitas tu mente para perdonar. Perdonamos con el corazón. Tu mente cree que debe llegar a un pacto contigo analizando la situación y confirmando perdonar, pero en realidad este pacto nunca es necesario. Perdonamos con el corazón, con el amor que somos.
Debes sentir que la vida te ha puesto enfrente una situación para tu mayor bien que requiere que la mires y la ames, sea cual sea, y decidas aceptar que está en tu vida por una razón que ahora no entiendes, pero que podrás entender más adelante cuando la aceptes, la integres y la ames.
Llora si lo necesitas hasta que no haya dolor y respira en el vació que se creará justo después. Aguanta y no te separes, porque el amor vendrá a llenar ese vacío inmediatamente. Lo podrás sentir. Has vuelto al amor. Siente el amor que eres. Y desde ahí, desde esa emoción, desde ese estado, elige continuar con tu Dios.