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Cada evento abre un abanico de posibilidades, y en todas ellas te espera la Vida. Tu mente elegirá la mejor, pero tu alma reconoce la Unidad. Aprende a aceptarlas todas.
Aceptar todas las posibilidades
Hace casi un año que mis hijas pequeñas viven en otro estado. Visitarlas a menudo no siempre es posible y creo que aún no son conscientes de todo el tiempo que ya no pasamos juntos. No sé lo que nos traerá el futuro, a ellas y a mí. En las últimas semanas hay una frase que me ronda la cabeza: “Acepta todas las posibilidades”.
“Aceptar todas las posibilidades” encierra una hermosa verdad para todas las personas que sienten que hay algo más grande que nosotros dirigiendo el curso de esta vasta e intrincada realidad.
Dios es todas las posibilidades
Aceptar todas las posibilidades es aceptar la Vida, el Universo o a Dios; y te digo por qué. Independientemente de tu religión, tu Dios lo abarca todo. Lo es todo. Y por tanto, Él es “todas las posibilidades”.
Ahora viene lo hermoso. Si tu Dios es todas las posibilidades, aceptarlas todas es aceptarlo a Él.
La trampa de la mente
Fíjate en una cosa. Tenemos la inercia de ir por la vida tomando solo lo que nos gusta e ignorando lo demás. Y es lógico, pues así es como vamos “construyendo” nuestro mundo, el de cada uno, poniendo atención en lo que nos interesa, amplificando ese área de interés y no teniendo conciencia de lo demás. Pero solo puedes hacer esto con las cosas presentes, con lo que vas viviendo y experimentando.
El futuro y sus desenlaces
¿Qué podemos hacer cuando hay que enfrentar un resultado de algo que ocurrirá en el “futuro”? Ahí te das cuenta que ya no puedes hacer esto, pues aún no sabes qué pasará.
Antes de seguir, déjame decirte que no debes perder tiempo atormentándote con algo que aún no existe. No debes sentir miedo ni dejar que algo aún no resuelto te cree desasosiego. Una vez leí esta pregunta y nunca la olvidé: “¿Acaso hay algo mas demente que creer en algo que no existe?”
Espera sin miedo
Probablemente sea inevitable que alguna vez sientas cierto nerviosismo ante un resultado o un desenlace de los acontecimientos. Y con la práctica, descubrirás que puedes ocuparte de las cosas para intentar resolverlas, pero haciéndolo sin miedo.
Lo ideal sería poder hacerlo desde un estado de calma total pero, si aún hay cierto nerviosismo, quizás lo siguiente te ayude como me ayuda a mí.
Tu abanico de posibilidades
Cuando estás esperando un resultado o un desenlace, se abre un abanico de posibilidades. Este abanico por fin lo acepto hoy.
No solo basta con verlo, sino que hay que aceptarlo en su totalidad. Y entre todas las posibilidades, sí, habrá un extremo del rango que no te gustará tanto. Serán todas las posibilidades que te supongan dolor, riesgo, esfuerzo o incomodidad. Y ante tal avalancha de “malas” opciones, tu mente disfrutará concluyendo que mejor no pienses en esas posibilidades y sigas adelante sin pensar en ello.
No vendes tus ojos
Estoy de acuerdo en que no debemos darle fuerza a las posibilidades o resultados negativos. No es ahí donde debes poner tu energía y atención. Pero no conseguirás aceptar la realidad si ignoras “malas” posibilidades sabiendo que existen.
Es decir, no se trata de volver la vista a otro lado. Si tu conciencia ya llegó a esas posibilidades (porque eres consciente de que pueden ocurrir), no puedes ponerte una venda en los ojos.
Separarse de Dios
De lo que se trata es de aceptar todas las posibilidades: Ya las has visto, están enfrente de ti y en cada una de ellas está Dios. Si, por ejemplo, de 5 posibilidades hay 2 que no te gustan, entonces estarás con Dios en 3 posibilidades y no estarás con Dios en las 2 posibilidades restantes. ¿Lo entiendes? Tú mismo has elegido voluntariamente separarte de Dios en 2 de ellas.
¿Qué ocurre cuando nos separamos de Dios? Que duele. No importa cuál sea tu Dios. Cuando te separas de la Vida misma y de la divina energía creadora, tu Ser lo siente y duele.
La unidad nos hace bien
¿Has pensado alguna vez por qué nos gusta participar en buenas acciones? Nuestro cerebro libera sustancias que nos hacen sentir bien cuando participamos en una acción altruista. Segregamos, entre otros, dopamina y oxitocina, tanto la persona que hace la buena acción como quien la recibe; y no acaba ahí. También la segrega quien es testigo de la acción. Esta es la naturaleza intrínseca del ser humano.
¿No será que somos parte de un todo y nos hace sentir bien el volver a la unidad cuando somos conscientes de que estábamos alejados?
Perdonar es volver al amor
A nivel energético, nuestras partículas resuenan con aquellas que vibran en la misma frecuencia. Si elegimos separarnos del amor (es decir, de Dios que es amor absoluto) nos dolerá. ¡Por ello se siente tan bien perdonar! Perdonar es volver al amor. Es no fraccionar y volver a esa Unidad. ¿Lo entiendes?
Todo esto no es un juego de palabras. Si has llegado hasta aquí, ya sabes que tu mente elabora razonamientos incansablemente y que debes cerrar ese laptop interno para centrarte en sentir.
Siempre que tu mente se vea abrumada por un torbellino de razonamientos y deducciones precipitadas como respuesta a una realidad que intentas entender, mira a tu interior y siéntete: Allí hay una verdad y lo demás es ruido mental.
Dios en cada posibilidad
Cuando te das cuenta de que hay algo que te une al amor y que ese amor representa la Unidad y que Dios está en todas las posibilidades, te resultará más fácil mirar ese abanico de posibilidades y ver a Dios en él.
Llegado el momento, allí, frente al abanico, deberás rendirte y confiar, abrigado en tu fe, que todo se resolverá para tu mayor bien aunque no puedas entenderlo ahora.
Solo entonces podrás empezar a ver que estás dentro de un plan divino y que solo tienes que ser testigo de cómo Dios va a desarrollarlo para ti.
Confianza en la Vida
La aceptación de todas las posibilidades no solo te traerá sosiego. También te traerá confianza en la Vida y fe en que estás exactamente donde debes estar.
Aún puedes aceptarlo todo
Hay una cosa que me ayuda siempre que tengo algún desafío: Si ante un abanico de posibilidades supieras que antes de que llegue el resultado o desenlace te fueras a morir, ¿cuánto te importarían esas “malas” posibilidades?
Es más, si ocurriera eso, tu abanico no tendría importancia ya. ¿Te das cuenta? En ese momento, para ti, solo queda tiempo para agradecer toda tu vida y confiar en que lo que vaya a ocurrir sea lo mejor que puede ocurrir sin tu participación.
La huella que dejas
Tu agradecimiento se centraría en todo lo que has vivido. Y tu persona, tus actos, tu amor quedará presente en todas aquellas personas que te recuerden con amor. Cualquiera que se haya cruzado contigo a lo largo de tu vida podrá recordarte en función de la huella que hayas dejado en ella.
Jugar hasta el final
Si haces este ejercicio, te darás cuenta de que puedes enfrentarte a los acontecimientos agradeciendo toda tu vida hasta el momento justo antes de cada desenlace o resultado.
Cada vez que enfrentas un desafío, sé consciente de que puedes morirte antes conocer el desenlace. Agradece y siéntete en paz sabiendo que has llegado hasta el momento presente haciendo todo lo que has podido con las cartas que te han dado.
Después mira el abanico de posibilidades y acepta continuar “jugando” a este juego llamado vida.
Dios te esperará allí adonde te lleven los acontecimientos y los vivirás mientras puedas seguir jugando. ¿Con qué propósito? Porque aún tienes que seguir aportando más amor al juego. Sigues aquí porque aún no has terminado todo lo que tenías que aportar.
Un solo todo
No pienses en el abanico de posibilidades como opciones separadas. Son un todo y no importa finalmente cuál sea la opción elegida. Por supuesto preferirás que ocurra la más beneficiosa para ti pero, en tu interior, deberás desapegarse del resultado y aceptarlas todas. Solo así podrás sentir que prefieres algunas opciones sin separarte realmente de ninguna.
Se que parece complejo y hasta cierto punto lo es: ¡Qué contradictorio preferir unas opciones ante otras y, a la vez, desapegarse de tus favoritas! Pero de eso se trata, justo de eso. Esa es la diferencia que lo cambia todo.
El desapego es la clave
Sí. Vas a necesitar el desapego para poder aceptar todas las posibilidades. Ese es el estado de conciencia que te traerá la paz que necesitas, esa paz que solo llega cuando experimentas la confianza en la Vida. Es una paz que no viene de la mente porque no es de este mundo físico.
Mira el abanico y mira todas las posibilidades. Agradece que estás vivo para contemplarlas y agradece tu vida hasta ese instante, sabiendo que además de todas las opciones “negativas” que ves, entre ellas siempre está que puedas morir hoy.
La bendición de cada posibilidad
Una vez que integres esta nueva opción, te darás cuenta de la bendición de vivir cualquiera de las posibilidades, porque es seguir conectado a la Vida y por tanto a Dios.
No quiero terminar la entrada sin responder algo que quizás haya cruzado tu mente ahora mismo: “Claro, qué gracioso. ¡Es obvio! ¡Por supuesto que todo siempre puede ser peor! Miro mi abanico de posibilidades y me contento con todas las opciones porque todo siempre podría ser peor: ¡podría estar muerto! Así que, lógicamente, prefiero vivir y enfrentarme a lo que venga, sea la opción que sea y sea cual sea el resultado”.
Ahora retén esa pequeña emoción emergente. Sé consciente de lo que acaba de abrirse en ti: Ese desapego es del que estoy hablando.