Somos una creación capaz de conectarse a su fuente para restituir su estado original.
Esto de la fuente me llamaba mucho la atención. Quería saber qué era la fuente, qué era conectarse y CÓMO podía acceder a esa fuente de la que al parecer emanaba energía que se podía sentir.
En realidad siempre estamos conectados pero no lo sentimos porque no ponemos atención. Hay demasiado ruido en el ambiente, demasiado estímulo y sobre todo demasiada agitación en nuestra cabeza. Si aquietaras tu mente podrías sentirte y conectarte de una forma consciente, a través de la meditación. Pero, ¿sabes? ¡Nos conectamos muchas veces a esa fuente de una forma inconsciente! Solo hace falta un detonante y todos tenemos unos cuantos. Por ejemplo, sentir amor por un hijo o nuestros padres, hacer una buena acción que nos emocione o contemplar cualquier cosa bella que nos deje sin palabras y nos transporte a otro estado. Estamos equivocados al creer que la puesta de sol es la que nos proporciona asombro o que un discurso inspirador nos trae la inspiración desde algún lugar externo a nosotros. Tampoco es una canción específica las que nos pone la piel de gallina. Y no es la película con final feliz la que nos hace llorar. Todo eso son detonantes que nos hacen bajar la guardia y conectarnos con nuestro ser. Justamente bajamos la guardia porque creemos que la emoción procede de la película y que si detenemos la película detenemos la emoción.
A partir de ahora ve poniendo atención en tus momentos de inspiración y en tus momentos de emoción. Vas a descubrir que ambos momentos comparten la misma emoción. ¿Y sabes qué? Si tienes pareja, pon atención en todo lo que sientes por ella y compara esta emoción con las otras. No definas nada intelectualmente, solo siéntete. ¿Qué sientes? ¿No te das cuenta que es la misma emoción? Todo es parte de lo mismo, en realidad estás sintiendo parte del mismo amor. Si has llegado a entender esto, quizás lo siguiente te cree cierta interferencia. Cuando estás sintiendo amor, cuando estás emocionado, cuando estás llorando de alegría, estás sintiendo amor, es decir, te estás sintiendo a ti. ¿Por qué digo esto? Porque el amor no viene de afuera, nunca ha sido así. La prueba está en que puedes sentir la misma emoción escuchando una canción que viendo una puesta de sol. E incluso cuando la canción pasa de moda y ya no te provoca nada, es otra nueva canción la que te produce ese estado. ¿Ves que no tiene sentido? Si la emoción te la diera la canción, te la daría siempre. ¿Sabes por qué ocurre esto? Porque la emoción nunca vino de la canción. Solo era el detonante que la provocaba. Y ahora tienes otra nueva canción (otro detonante) que vuelve a conectarte contigo.
Cuando empieces a darte cuenta de que puedes acceder a esta emoción de amor a través de diferentes formas (utilizando diferentes detonantes), empezarás a ser consciente de que hay un lugar de emoción fundamental al que puedes acceder y que siempre está ahí, disponible para ti. Solo tienes que encontrar el detonante que te transporte hasta allí.
También te habrás dado cuenta que cuando escuchas tus canciones preferidas terminas energizado o lleno de bienestar. Y que cuando estás con tu pareja o un ser querido especial te sientes pleno. Cada vez que sientes amor, accedes a esa Fuente y te sientes agradecido y pleno.
Aquí hay varias ideas que convergen. Entendido esto, debes empezar a pensar que ese amor lo portas tú y que no lo obtienes de las cosas. También que cada vez que te conectas puedes sentirte y sentir amor. Y ahora se vuelve más interesante, porque esa emoción a la que accedes es el amor pleno, incondicional, y en la medida que puedas sentirlo más a menudo, también te llenarás de amor más a menudo. ¿Sabías que chi significa flujo de energía? Cuando te conectas a la Fuente te conviertes en un canal y el amor (esa energía) fluye a través de ti, como la corriente de un río. Solo tienes que ser consciente de ello y dejar que esa puerta se mantenga abierta el máximo tiempo para dejar entrar todo el amor de la Fuente en ti. Quizás esto te parezca solo una metáfora rara para explicar la emoción de intensa dicha o el llanto de felicidad, pero simplemente es porque no has puesto atención y no has identificado que esta emoción de amor es la misma en todos los casos. Si estás en pleno enamoramiento, tómate el tiempo para comprobar que ese gran enamoramiento lo sientes en más situaciones. Simplemente la persona de la que estás enamorado es un poderoso detonante que te transporta en segundos a este lugar de emoción fundamental, mostrándote la increíble capacidad que tienes tú de amar y permitiéndote ser consciente de toda la cantidad de amor que tienes dentro tú (puesto que la sientes intensamente), no la otra persona.
Mantener este canal abierto a lo largo del día dependerá de la fe que tengas, el grado de rendición que estés dispuesto a realizar, la atención que pongas a las emociones que sientes y la autoestima o el amor propio que estés cultivando, porque si no te amas profundamente, siempre pensarás que el amor te lo dan los demás y que, por tanto, no procede de ti.
Cuando eres consciente de que portas esta emoción (amor) tan grande y poderosa, capaz de restituir un mal día y emocionarte hasta llorar de felicidad, empiezas a pensar que muchas otras cosas son posibles. ¿Cómo puede ser que tengamos el mecanismo para sentir amor hasta emocionarnos y lo podamos experimentar de manera intransferible y personal? Si puedo llorar de felicidad cada día, entonces puedo sanar cualquier herida ocurrida a lo largo del día. ¿Te das cuenta de este poder sanador? Puedes sanarte sin necesidad de una pareja y sin la ayuda de ningún estímulo externo (película, canción, puesta de sol). Simplemente tienes que conectarte, sentirte y convertirte en un canal de esa fuente de amor. Y puedes hacerlo meditando o conectándote a través de un detonante, siempre y cuando seas consciente de lo que estás sintiendo procede exclusivamente de ti. Y entonces ¡chas! las cosas empiezan a tener menos poder sobre ti, porque las emociones no proceden de ellas. E incluso, si te afecta un suceso externo, puedes sanarte conectándote y volviéndote a llenar de amor. Y lo mejor es que ahora estás lleno de amor y no necesitas pedírselo a nadie ni mendigar amor o cariño. ¡Solo cuando estás lleno de amor (amor propio) puedes darlo a los demás! ¿Lo ves? Y ahora puedes darlo sin medida y sin temor a que se acabe puesto que es ilimitado.
Finalmente, si todo esto te parece muy obvio, pero es porque lo estás pensando intelectualmente y no lo estás sintiendo. Entenderlo cognitivamente no aporta nada, solo esclarece, en cambio, si lo sientes conscientemente experimentarás algo fantástico, que quizás sea tu próximo clic: experimentarás el desapego.
Cuando tomes consciencia de esta realidad que existe dentro de ti y tengas la experiencia de que puedes convertirte en una extensión de esta Fuente ilimitada, te darás cuenta, de manera natural, que esa Fuente que te empodera solo puede ser Dios, el Universo o la Vida, y que tú has tenido conexión directa a ella desde siempre.